jueves, 1 de marzo de 2012

Cachalotes

Hacía tiempo que no escribía ningún artículo la verdad y no es que fuera por falta de ganas sino que no sabía de que hablaros. Hoy no os traigo ningún insecto ni nada pequeño, os traigo un gran mamífero, un cetáceo, al cachalote Physeter macrocephalus.

Este animal me ha atraído desde que lo descubrí en el colegio donde salía en el libro de conocimiento del medio y la verdad su forma de vida y su singularidad os hará que os enamoréis tanto de él como yo.

Estamos delante del animal con el cerebro más grande de todos, el cual puede llegar a pesar entre siete y nueve kilos, aunque como bien sabemos esto no indica su capacidad intelectual, ya que normalmente el tamaño del cerebro va en relación al tamaño del ser que lo posee y el cachalote puede llegar a medir más de veinte metros, que es la longitud de casi dos autobuses urbanos, una locura.
Pero lo que quizás haga más misterioso y nos apasiones de este animal, es que es el mamífero que más profundo puede nadar, llegando a sumergirse hasta una profundidad de tres kilómetros. Es en estas profundidades donde se encuentran sus presas potenciales, los calamares gigantes, sí esos que salen en películas de ficción y en libros como el de Veinte mil leguas de viaje submarino todo un clásico. Para atrapar estas presas se cree que utilizan un súper chasquido de ultrasonidos de 230 decibelios, aunque esto es solamente una hipótesis puesto que también puede ser que lo utilicen para la misma función que sus parientes, es decir simple ecolocalización.

Se podrían decir más cosas de estos magníficos animales, pero os invito que los descubráis personalmente viendo documentales y leyendo por páginas especializadas, que esto os haya simplemente despertado la curiosidad por estos magníficos animales como un libro de conocimiento del medio en primaria la despertó en mi.
Marcas de ventosas de Calamares gigantes en la piel del cachalote.



1 comentario:

  1. Poética lucha de titanes, cuando el calamar se agarra al morro del cachalote intentando llevarlo a las profundidades a la vez que el cachalote trata de elevar al calamar haciendo que la diferencia de presión lo mate.

    Leí un artículo de un veterano mataballenas que en una de sus aventuras cazó un cachalote y, tras vender la carne, se quedó con el esqueleto poniendo el mismo en el jardín. En menos de seis meses las enredaderas lo habían envuelto dotándolo de una apariencia monstruosa.

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